Por: Sophia, 16 años.
Activista feminista en proceso, venezolano-peruana, es participante del programa Chamas en Acción: Hermanas Sin Fronteras. Programa gestionado por Quinta Ola, con el apoyo del Programa Europeo Regional de Migración y Refugio SI Frontera financiado por la Unión Europea y la cooperación alemana, implementado por la GIZ en Perú.
¿Es esa la impresión que doy? Fue lo primero que pensé, horrorizada, cuando un amigo me dijo: “Pensaba que eras de esas chicas que escuchan a Camilo y esas cosas”, luego de haberle hablado sobre mis gustos musicales. Yo no podía concebir el hecho de que los demás me percibieran así, como una chica “del montón”, sin profundidad. Él me había ofendido; sin embargo, yo no me di cuenta del problema que yacía en lo más profundo de mi ser, esa agusanada parte de mí, tan oscura y latente que tiene un nombre: Misoginia interiorizada.
La misoginia interiorizada es ese mal tan arraigado en nosotras que nos hacer juzgar a las mujeres de forma cruel y machista; es ese mal que nos incita a desvalorizar a las demás por la forma en que se expresan, se visten o sencillamente existen; es la razón por la que somos nuestras propias enemigas, como si estuviéramos compitiendo una contra otra para ver quién es “mejor”; es esa plaga que nos hace pensar que lo “demasiado femenino” es frívolo.
Pero ¿Cómo nace en nosotras esta aversión hacia las chicas? Es sencillo, lo aprendemos. Desde muy pequeñas nos enseñan que debemos competir con las demás, que debemos comportarnos de cierta manera y nos debe gustar el rosado, los vestidos y las princesas. Nos imponen los estereotipos femeninos a tal punto que probablemente los empezamos a odiar y los comenzamos a relacionar con ser superficial, frágil y delicada.
A raíz de todo lo expuesto, surgió en las adolescentes el concepto de “no soy como las demás chicas”, con el objetivo de desligarnos de lo que representa una chica en nuestra sociedad, ya no queremos ser “femeninas” porque al parecer es algo malo y terminamos queriendo alcanzar ese ideal que tienen los chicos de nuestra edad de lo que es una chica “cool” y atractiva, es decir, tener atributos que son usualmente asignados a los hombres ¿No les llama la atención la forma en que muchos quieren “halagarnos”? Con frases como: “Eres muy graciosa como para ser una chica”. Es como si no nos pudieran halagar sin pasar por alto nuestra identidad como chicas.
Obviamente el concepto de “la chica diferente” ha evolucionado junto con la generación y se manifiesta de formas diferentes. El año pasado este problema se hizo presente mediante la comunidad “Alt” de TikTok donde la aversión de las chicas alternativas hacia las “básicas” se hizo patente. Ahora, si no tenías gustos alternativos o “profundos” te meten en el saco de las “básicas” y eres descartada.
Podríamos llegar a pensar que las “básicas” son las únicas que salen perdiendo aquí, pero la realidad es que simplemente no podemos ganar. Si genuinamente tienes gustos alternativos te dicen que solo estás fingiendo para hacerte la interesante; si tienes gustos femeninos te dicen que lo haces solo para encajar o porque no tienes personalidad. En conclusión: El problema es cuando algo se vuelve popular entre mujeres, porque desde ese momento ya no es “cool” o interesante, ahora da “cringe”.
Ahora se preguntarán ¿Qué tiene de malo ser o no femenina? ¿Define nuestro valor? Es importante contestarnos estas preguntas y hablar sobre la misoginia interiorizada porque existe y nos afecta ¿Les parece casualidad que cueste formar amistades profundas con otras chicas por esta idea de que ellas son manipuladoras? ¿Les parece normal tener que desestimar a las demás para sentirnos mejor? ¿Qué vamos a ganar? ¿La aprobación de la sociedad o serias secuelas psicológicas?
Por otro lado, lo que debemos tener en cuenta es que tampoco hay que satanizar estos comportamientos, porque al fin y al cabo todas hemos sido misóginas en algún punto. Lo importante es identificar en qué estás fallando, aceptarlo y empezar a trabajar en ello constantemente, para eso tenemos que analizar, criticar y señalar cada acción misógina en nuestro entorno (o en nosotras mismas), tenemos que empezar a ser más amables y dejar de criticar a las demás chicas por su forma de ser; tenemos que dejar de categorizarnos porque las chicas estamos llenas de matices y somos mucho más profundas que esos tóxicos conceptos de “básicas “o “diferentes”.
Para finalizar es fundamental entender que en realidad todas somos como “las demás chicas” y con eso me refiero a que todas tenemos sueños, aspiraciones y somos mucho más que cualquier estereotipo en el que encajemos o no, así que debemos estar orgullosas, celebrarlo y anunciarlo, porque eso es lo que somos: Chicas.