Escrito por: Maryelis, participante del programa Voces Activistas – Lima
Para escribir esta columna me detuve a pensar qué decir por el Día Internacional de la Niña. Al inicio, esa pregunta genérica no me ayudó. Decidí entonces mirar más cerca de la realidad y pensar qué le diría a una niña a la que veo crecer: mi hermanita de 11 años.
Soy una adolescente migrante venezolana que vino al Perú acompañada por una cantidad numerosa de familiares: éramos once en nuestro apartamento en el Callao. Muchas niñas y adolescentes deben migrar solas o dejando a casi toda su familia atrás. Mi hermanita y yo tenemos el privilegio de contar con nuestra familia reunida.
Compartimos el cuarto con mi hermanita desde que ella nació. Es muy inteligente, tiene la habilidad matemática de mi papá y mamá, pero, sobre todo, es muy fuerte. Aun así, me tocó cargarla con un solo brazo mientras con el otro agarraba las maletas en la frontera de Rumichaca, pues se desmayó debido a la altura y el esfuerzo. Pensando en ella y en lo que vivimos, encontré exactamente lo que deseo decirles a las niñas que se encuentran en el Perú, sean peruanas, migrantes o refugiadas: quiero decirles que deseo para ustedes felicidad plena, amor, tranquilidad, paz y una niñez preciosa. Lamentablemente, se encontrarán con obstáculos por el simple hecho de ser niñas y, por esa misma razón, vivirán limitaciones impuestas por la sociedad. Pero que no les quepa duda acerca de lo fuertes que son. Con esa fortaleza lograrán cumplir sus sueños y anhelos.
Como activista adolescente, romperé, lucharé, gritaré y lloraré por las niñas y adolescentes que buscan justicia; por la niñez que les arrebataron, por la maternidad que les impusieron. No estoy sola, somos muchas y ya nos cansamos del silencio”
Deseo para ustedes que, así como mi hermana, puedan correr, jugar, bailar, reír, vivir y explorar; que se diviertan y, más aún, les deseo que sean plenamente niñas.
Hoy, nuestra sociedad, con sus inequidades e injusticias, no permite que todas las niñas disfruten de su derecho a serlo. Muchas a su corta edad son obligadas a cuidar, lavar, cocinar, trabajar e incluso a ser madres.
Sepan que yo, como activista adolescente, romperé, lucharé, gritaré y lloraré por las niñas y adolescentes que buscan justicia; por la niñez que les arrebataron, por la maternidad que les impusieron. No estoy sola, somos muchas y ya nos cansamos del silencio.
Que cada 11 de octubre sirva para recordar que nuestra existencia, nuestras luchas y, sobre todo, nuestras voces, importan. (Maryelis Abril, 18 años)
Este artículo fue eslaborado en el marco de las actividades del programa “Voces activistas”, iniciativa desarrollada por Quinta Ola y la Organización Internacional para las Migraciones – OIM Perú, gracias al apoyo de la Oficina de Población, Refugiados y Migración del Gobierno de Estados Unidos, del Fondo Canadiense para Iniciativas Locales (FCIL) de la Embajada de Canadá y de la Agencia de la ONU para los Refugiados-ACNUR.
Foto: Pris Cortegana