Por: Andrea, 17 años.
Peruana, activista feminista, fue participante de GirlGov Perú 2020 y actualmente es miembro de la colectiva adolescente Ecomenstruantes.
Siempre nos han repetido que la escuela es nuestro segundo hogar. Sin embargo, para muchas niñas y adolescentes menstruantes asistir a esta, es aterrador. Todas tienen el derecho de gozar de una buena salud menstrual, libre de estereotipos, consciente e informada. Pero a mí nadie me enseñó sobre menstruación, nadie respondió mis preguntas y crecí en un ambiente donde el hecho de menstruar, me atemorizaba completamente. Y al igual que yo, existen miles de niñas más que pasan por lo mismo día a día. La menstruación aún es considerada un tabú en nuestra sociedad y no contamos con una educación menstrual de calidad accesible para todas. Desinformación, inseguridades, ideas erradas y una menstruación incómoda, serán las consecuencias si seguimos desplazando este tema que lejos de producir “vergüenza”, debería causarnos orgullo.
Cuando comienzas a menstruar en una sociedad donde existen grandes mitos y estereotipos alrededor de la menstruación, lo ves como un proceso incómodo. Una genera muchas preguntas y dudas que no puede comunicar por temor. O cuando lo hace, sus familiares no saben qué contestar y simplemente les dicen: “De ese tema, no se habla”. Cuando no se imparte información adecuada, una niña crece en un ambiente colmado de sentimientos de rechazo y temor. Desconocemos nuestros procesos, nuestro ciclo y a nuestro propio cuerpo. Observamos la menstruación desde una mirada negativa, desde lo que escuchamos en las calles y la publicidad errada. Y a lo lejos, se esfuma la posibilidad de vivir positivamente y conscientemente nuestra salud menstrual.
Ahora, nos encontramos en pandemia y la educación es remota. Pero hace un tiempo, no lo era. Y déjenme decirles que ser una persona menstruante y asistir presencialmente al colegio, es un gran miedo para muchas. Existen diversas barreras que impiden que las niñas se sientan cómodas cuando menstrúan en el colegio (IEP, UNICEF. 2020). Algunas de estas son: entorno de burla, servicios higiénicos inadecuados y la incomodidad que sienten al encontrarse en el propio ambiente escolar. Muchas horas de clase son perdidas simplemente por el hecho de no querer ir al colegio al momento de la menstruación. Y la situación es tan deplorable que es comprensible, mas no aceptable. Ninguna se siente segura en un entorno donde tengas miedo de pararse del asiento y que tus compañeros se burlen de ti. Miedo de pedir permiso para ir a un baño y que cuando llegues no haya papel higiénico ni agua. Miedo de que alguien note que llevas toallas higiénicas en tu mochila y se lo diga a los demás. Un miedo, que no debe de existir.
En las zonas rurales, donde la información es más escasa aún y no existen los adecuados servicios de agua y saneamiento, la situación es el doble de preocupante. Y a esto se le suma que existe un gran número de deserciones escolares por parte de niñas y adolescentes, ya que al momento de llegar la menarquia se les prohíbe asistir a los colegios. ¿La razón? Porque sus padres consideran que son más vulnerables a quedar embarazadas y se encuentran expuestas a peligros mayores. Esto solo nos demuestra que miles de niñas y adolescentes se encuentran privadas de asistir a clases por algo tan natural como lo es: menstruar.
Los centros educativos tienen una gran deuda con las presentes y futuras generaciones menstruantes. Deben impartir información a profundidad sobre nuestro periodo y ciclicidad, no solo desde una mirada anatómica. El ciclo menstrual no solo se relaciona con la reproducción, va mucho más allá. Nos conecta con nosotras mismas, podemos comprender nuestras emociones en las distintas fases de nuestro ciclo, entendemos la manera en la que nos comportamos, nos escuchamos y sobre todo respetamos a nuestro propio cuerpo buscando el bienestar. El autocuidado y autoconocimiento menstrual nos permiten prevenir e identificar malestares relacionados a nuestra salud. Es fundamental que todas las niñas y adolescentes sean empoderadas a partir de la educación menstrual. Ya que podremos vivir nuestra ciclicidad libre de estereotipos, accederemos a una información adecuada sobre gestión menstrual y sobre todo, se disfrutará de lo bello que es menstruar.
Después de todo lo presentado, podemos observar la importancia que tiene aprender sobre educación menstrual y la responsabilidad de las instituciones educativas en este proceso. Hace unos días se promulgó una Ley que promueve y garantiza la gestión menstrual de niñas, adolescentes y mujeres vulnerables. Esto es un avance, sin embargo aún nos encontramos a la espera de la elaboración del Reglamento que asegure la aplicación de esta Ley, para lo cual, las niñas y adolescentes organizadas tenemos la capacidad para aportar y nos encontramos a la expectativa de ser consultadas e incluidas en el proceso de reglamentación. Las clases presenciales volverán, pero el temor de asistir a estas por menstruar, no debe de volver. Nosotras podemos seguir contribuyendo al cambio. Sigamos informándonos conscientemente, derribando mitos y conversando sobre menstruación. No nos demos por vencidas hasta conformar una sociedad donde la menstruación no sea solo un tema más del que no se habla.