Por: Anapao, 15 años.
Peruana y activista adolescente, fue participante de GirlGov Perú 2020, y actualmente es fundadora de Gafas Moradas Perú, cofundadora de Invisiblxs y miembra de la colectiva 8M Trujillo.
Todo empezó en 2019, recién conocía el feminismo y pasaba mucho tiempo reflexionando sobre la sociedad y recordando algunas vivencias. “Eres una feminazi, no sabes lo que dices” recordé que me dijo un amigo de mi clase. “Las feministas deberían volver a la cocina en lugar de marchar” mi profesor opinó sobre la marcha del 8M. De esa y muchas formas cuestionaron mis ideas “extremistas”. Los profesores, mis compañeros… hasta la directiva. Si pasa en los colegios, ¿se imaginan el rechazo que viven las feministas en otros espacios? Niñas, adolescentes o adultas hemos sido cuestionadas por expresar nuestras ideas en distintos medios. Por ejemplo, la ciencia era un terreno de hombres. El aporte de Rosalind Franklin fue crucial para el descubrimiento de la estructura de doble hélice del ADN, pero su trabajo no recibió el mismo reconocimiento que el de sus colegas hombres. Aparentemente, sus compañeros la llamaban “feminista mal vestida”. He aprendido que nos critican por buscar soluciones a nuestros problemas y evidenciarlos. Entonces, ¿cuándo podremos cuestionarnos sin ser rechazadas?
Nos han llamado el “sexo débil” a lo largo de la historia y a pesar de ello, hubo mujeres que destacaron por sus ideas. Christine de Pizán fue una escritora italiana profesional del siglo XIV y precursora del feminismo. Escribió sobre la educación y los derechos de la mujer, algo poco común en su época. Las cosas han cambiado, nuestros derechos han sido reconocidos, pero aún queda mucho por hacer. Todavía nos encasillan en roles como la maternidad, ser amas de casa y dedicarnos solo al cuidado de los niños. Como Christine, muchas no encajamos o no queremos seguir estos roles, y buscamos ser libres de ser nosotras mismas. Es aquí cuando el proceso de deconstrucción entra en la ecuación. Pero… ¿qué es “deconstrucción”? Es abandonar los estereotipos, tabúes y roles sociales aprendidos y crear nuevos pensamientos con equidad de género. Este proceso de aprendizaje y cuestionamiento constante nos ayuda a ver el por qué de las cosas. Empezamos a investigar sobre libertad de expresión, política, movimientos de mujeres, etc. Temas que normalmente eran considerados tabúes. Comenzamos a hacernos muchas preguntas y a evidenciar problemas que antes no veíamos. Encontramos a más mujeres que también quieren seguir este camino. Serán nuestras compañeras e, incluso, nuestras maestras y/o alumnas. Además, hallamos otro factor importante: la empatía, es decir, la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos. Empatizamos con nuestras hermanas, las aconsejamos y nos cuidamos mutuamente, lo que llamaríamos sororidad.
Luego de nuestra deconstrucción, podemos dar el siguiente paso: el feminismo. No todas las mujeres que se cuestionan y son conscientes del machismo son feministas o desean iniciar su activismo. Pero considero que este movimiento es una pieza clave para continuar este proceso de aprendizaje. Te ayudará a visibilizar problemas sociales más a detalle, aprenderás con tus compañeras y empatizarás con ellas. En mi caso, este paso no podría ser opcional. Mi mamá investigó sobre feminismo y me hizo reflexionar sobre la cultura. Empecé a investigar más a fondo y a luchar de manera activa. Luego, ingresé a GirlGov que me incentivó a participar en política y en voluntariados. Así nació Gafas Moradas Perú, un proyecto que busca la educación con enfoque de género. Desde mi experiencia, recomiendo que nos involucremos en algún movimiento social, porque el feminismo demanda acción y constancia. Este te involucra en un cambio colectivo y político, que nos afecta a todas.
Pero, ¿cómo responde la sociedad ante nuestra curiosidad? Responde de varias formas: la que todas buscamos y encontramos en nuestro entorno cercano es la empatía y sororidad de nuestras hermanas, en espacios seguros como redes activistas. Luego, están los indiferentes que no te critican ni están de acuerdo. Pero hay una respuesta que nos oprime, nos convence de que no tenemos razón y nos motiva a retirarnos del feminismo y finalizar con nuestra deconstrucción. Encontramos rechazo y desinformación. Estos obstáculos pueden incluso afectar nuestra salud mental, pues nos hacen sentir inseguras de nuestros conocimientos y de nosotras mismas. Nos manipulan para quedarnos en el orden establecido por la sociedad: la ignorancia.
Las invito a sumarse a este difícil, pero enriquecedor, proceso de cuestionamiento y acción. La lucha todavía continua. El activismo nos ayuda a solucionar problemas sociales, nos sirve como fuente de aprendizaje y como soporte emocional. Nos ayuda a conocernos más y conectar con nuestras hermanas. Recuerda: la sociedad puede ser tan machista y misógina que te hace dudar de ti misma y te oprime si te sientes segura, pero nosotras somos más fuertes y podemos lograr cambios increíbles a partir de una pregunta.