Escrito por: Andrea, participante del programa Voces Activistas – Lima
Tengo tantas cosas que decirles a las niñas y adolescentes del Perú. A mis primas y sobrinas, a las niñas de todas las comunidades que he visitado. Esas niñas de las comunidades indígenas, a las que vi felices y libres, distantes de los problemas de la sociedad “moderna” o, al menos, que parecen estarlo.
No pretendo hablar por ellas ni ser su heroína, pero sí quisiera que se sepa de ellas, que se las mencione y visibilice, que el mundo reconozca que existen y que resisten, han resistido desde el momento en que nacieron porque crecen con heridas generacionales, que incluso el mismo Estado ha provocado.
Quiero que se hable de las niñas a las que les quitaron el derecho a serlo,
las que el conflicto armado desplazó, como fue el caso de mi madre.
Mi mamá se vio forzada a huir de su natal comunidad de Cutivireni en Junín. Mataron a su padre y huyó de un campo de concentración, dejando a su hermana mayor para continuar el trayecto hacia la ciudad más cercana junto a sus hermanos y madre, quien cayó enferma. Tuvo que adecuarse a un tipo de sociedad diferente, donde reina el individualismo y donde no se cree en el avance comunitario, donde la lógica es llegar al poder y beneficiarse de él.
Hoy, gracias al trabajo de mi mamá, he tenido la oportunidad de visitar su comunidad en múltiples ocasiones y me gusta observar a las niñas, ver cómo juegan, cómo se relacionan.
En el Día de la Niña, las niñas y adolescentes indígenas tenemos la “excusa” perfecta para ser escuchadas, más en estas épocas donde nuestros candidatos a gobernantes, por ganarse un voto o por llenar sus redes sociales, nos “regalan” un poco de su tiempo, como si esa no fuera parte de su responsabilidad. Muchos se acercan con una sonrisa falsa, con felicitaciones y promesas vacías, pero ¿saben realmente cuál es nuestra problemática? ¿Qué temores enfrentamos a diario?
Para mí, el Día Internacional de la Niña es el día donde todas aquellas cuyas historias fueron invisibilizadas, niñas que se convirtieron en madres y traspasaron a sus hijas ese dolor histórico, pueden ser visibilizadas y empezar un diálogo con ellas para poder sanar en conjunto.
Este texto de formuló y elaboró en el marco del programa Voces Activistas, iniciativa desarrollada por Quinta Ola y la Organización Internacional para las Migraciones – OIM Perú, gracias al apoyo de la Oficina de Población, Refugiados y Migración del Gobierno de Estados Unidos, del Fondo Canadiense para Iniciativas Locales (FCIL) de la Embajada de Canadá y de la Agencia de la ONU para los Refugiados-ACNUR.