El “cuidado cariñoso y sensible”: ¿solución para disminuir la violencia infantil?

Escrito por: Karol Shamira, participante del programa Voces Activistas – Cusco

En el 2011, UNICEF Chile realizó una campaña contra el maltrato infantil. En un video se presenta a un niño jugando tranquilamente hasta que escucha los pasos de su progenitor; el niño con mucho temor empieza a ocultarse suponiendo que su padre lo agrediría. El video finaliza con la frase: “Hay niños que juegan a ser invisibles”. “Con violencia no se aprende, ponte en su lugar”.

La OMS (2016) define el maltrato infantil como los abusos y la desatención de que son objeto los menores de 18 años, e incluye todos los tipos de maltrato físico o psicológico, abuso sexual, desatención, negligencia y explotación comercial o de otro tipo que causen o puedan causar un daño a la salud, desarrollo o dignidad del niño, o poner en peligro su supervivencia, en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder. Cualquier tipo de violencia contra niños, niñas y adolescentes forma parte de una de las vulneraciones más grandes a sus derechos humanos realizadas por los padres y/o adultos a cargo.

En el Perú, la violencia infantil continúa siendo un problema y en los últimos años es muy poco lo que se ha podido mejorar. De acuerdo con el estudio de Bardales y Huallpa (2005), que investiga la violencia dentro del entorno familiar en los distritos de San Martín, Cusco e Iquitos, se halló que el 69,2% de los niños y niñas expusieron haber sido víctimas de maltrato físico, mientras que el 66,1%, de maltrato psicológico. ¿Por qué existe esta alta prevalencia? ¿Qué consecuencias trae esto?

Este fenómeno genera diversos efectos negativos en las víctimas. Según los estudios de Norman y otros (2012), Van Tilburg y otros (2010), Kurst-Swanger y Petcosky (2003), y de Ribero y Sánchez (2004) dichos efectos abarcan la esfera fisiológica (mayor probabilidad de sufrir problemas gastrointestinales y respiratorios); psicológica (depresión, ansiedad, trastornos psicosomáticos, trastornos de la conducta alimentaria, estrés postraumático), comportamental (mayor probabilidad de repetir conductas agresivas, conductas antisociales), cognitiva (afecta al desarrollo neuronal y cognitivo del niño, lo cual tiene consecuencias en las áreas de lengua, inteligencia, memoria, etc.) ya sea a mediano como a largo plazo.

Entonces, ¿Qué podemos hacer? ¿De qué manera se podría prevenir y con ello reducir las cifras? Raffi Cavoukian en su libro The Beginning of Life nos dice: “Si cambiamos el principio  de la historia, cambiamos toda la historia”.

Existe un enfoque denominado cuidado cariñoso y sensible que “refiere a un entorno estable creado por los padres y otros cuidadores que asegura la salud y nutrición adecuadas de los niños, los protege de los riesgos y brinda oportunidades a los niños pequeños para el aprendizaje temprano, mediante interacciones que son  emocionalmente propicias y receptivas” (OMS et al., 2018).

Por lo que es esencial invertir en desarrollar habilidades individuales de los cuidadores, dotando a padres y cuidadores (abuelos,  tíos,

hermanos mayores, padrinos, etc.) con los elementos e información

sobre prácticas responsivas de cuidado, lo que a su vez tendría un impacto

en la reducción del uso de violencia dentro de la crianza y educación.

A la fecha, distintos entes internacionales que velan por la integridad de la infancia como OMS, UNICEF, PMNCH y ECDAN y muchos otros asociados han desarrollado un documento titulado El cuidado cariñoso y sensible para el desarrollo en la primera infancia. Un marco mundial para lograr la acción y resultados. Este documento expone un: 

“Marco para el cuidado cariñoso y sensible, [que] ofrece una hoja de ruta para la acción. Aprovecha los datos probatorios más actuales sobre cómo se lleva a cabo el desarrollo  del niño y sobre las intervenciones eficaces que pueden mejorar el desarrollo en la primera infancia. Describe cómo puede apoyarse a los padres y cuidadores para brindar un cuidado cariñoso y sensible a los niños pequeños. Reconoce la relevancia de un entorno propicio y la función que desempeñan múltiples sectores a lo largo de la vida para proteger, promover y apoyar el desarrollo del cerebro. El marco se centra en los primeros años, antes de que los niños ingresen a la escuela primaria. Destaca la importancia capital de los primeros 1000 días, desde la concepción hasta el fin del segundo año, cuando el cerebro del niño se desarrolla a una velocidad sorprendente y es más susceptible al daño, lo mismo que a las intervenciones para mitigar los riesgos y optimizar el desarrollo. Describe las políticas y los servicios, así como las funciones de diversos sectores, en especial del sector de la salud, que tiene un alcance único y una función trascendental al apoyar a los cuidadores para sentar las bases de un cuidado cariñoso y sensible”. (OMS et al., 2018).

¿Con este documento se le pone fin al problema? No, como el mismo documento lo señala, se requiere de una acción conjunta que incluye al Estado y miembros de toda la sociedad para la implementación de las estrategias que busquen el desarrollo de habilidades de cuidado responsivo y sensible en los cuidadores; de esta forma reducir y en un futuro erradicar la violencia infantil, pues este fenómeno repercute en la salud física y mental, pone en riesgo la capacidad de los infantes para aprender y socializar, e influye el desarrollo afectivo y relacional durante sus vidas.

Este texto de formuló y elaboró en el marco del programa Voces Activistas, iniciativa desarrollada por Quinta Ola y la Organización Internacional para las Migraciones – OIM Perú, gracias al apoyo de la Oficina de Población, Refugiados y Migración del Gobierno de Estados Unidos, del Fondo Canadiense para Iniciativas Locales (FCIL) de la Embajada de Canadá y de la Agencia de la ONU para los Refugiados-ACNUR.

Referencias

  • Bardales, Olga y Elisa Huallpa (2005). Maltrato y abuso sexual en niños, niñas y adolescentes: estudio realizado en San Martín de Porres, Cusco e Iquitos. Lima: MIMP. Recuperado de http://www.mimp.gob.pe/files/programas_nacionales/pncvfs/maltrat_nna_smp.pdf.
  • Kurst-Swanger, Karel y Jacqueline L. Petcosky (2003). Violence in the home: multidisciplinary perspectives. Cary, NC: Oxford University Press. Recuperado de http://www.ebrary.com.
  • Norman, Rosana E.; Munkhtsetseg Byambaa, Rumma De, Alexander Butchart, James Scott y Theo Vos (2012). The long-term health consequences of child physical abuse, emotional abuse, and neglect: a systematic review and meta-analysis. Plos Medicine, 9(11), 1-31. Recuperado de http://journals.plos.org/plosmedicine/article?id=10.1371/journal. pmed.1001349.
  • OMS, UNICEF, PMNCH, ECDAN & et al. (2018). El cuidado cariñoso y sensible para el desarrollo en la primera infancia, Un marco mundial para lograr la acción y resultados.
  • Organización Mundial de la Salud (2016). Maltrato infantil. Nota descriptiva, 150. Recuperado de http://www.who.int/mediacentre/factsheets/ fs150/es/.
  • Ribero, Rocío y Fabio Sánchez (2004). Determinantes, efectos y costos de la violencia intrafamiliar en Colombia. Documento CEDE, 44. Recuperado de https://core.ac.uk/download/files/153/6325258.pdf.
    Van Tilburg, Miranda A.; Desmond K. Runyan, Adam J. Zolotor, J. Christopher Graham, Howard Dubowitz, Alan J. Litrownik, Emalee Flaherty, Denesh K. Chitkara y William E. Whitehead (2010). Unexplained gastrointestinal symptoms after abuse in a prospective study of children at risk for abuse and neglect. The Annals of Family Medicine, 8(2), 134-140. Recuperado de http://www.annfammed.org/ content/8/2/134.full.pdf+html