Crecer como migrante: Reflexiones sobre la adaptación y participación en un país extranjero

Autoras: Neylimar y Ashlye, participantes de la Escuela Política Feminista

En los últimos años, miles de niñas/os y adolescentes venezolanas/os hemos atravesado la incertidumbre de un futuro desconocido. Estar en medio de la confusión, sin saber qué está pasando en el país donde naciste y verte obligada a dejar atrás todo lo que conoces para ir a un nuevo lugar, es una situación difícil de enfrentar en la niñez. Por eso, para nosotras, madurar y crecer no fue un proceso natural, sino una obligación.

Al migrar, una enfrenta una serie de obstáculos, no solo por ser adolescentes,

sino también por ser migrantes.

El acceso a la educación, servicios de salud, protección ante la violencia y documentación a menudo se ve obstaculizado por trámites burocráticos o discriminación por parte de la comunidad de acogida, en este caso el Perú, lo que nos ha afectado de manera integral y sobre todo, en nuestra forma de relacionarnos con el mundo.

Como parte del camino de adaptarnos a otro país, consideramos que una de las partes más complicadas es comprender que también podemos alzar nuestra voz y opinar sobre los diversos problemas sociales que afectan al país que nos acoge, como el machismo, el adultocentrismo, la violencia de género y con ello, sentirnos parte de la solución a través de la participación política. Sin embargo, aún muchas nos sentimos extrañas ante un sistema que también debería protegernos naturalmente.

Tomó mucho tiempo entender que las oportunidades para generar un cambio que beneficie a las niñas/os, adolescentes y jóvenes no estaban cerradas ni para nosotras ni para cualquier otro migrante en una situación similar. Sin embargo, sigue siendo difícil encontrar espacios que permitan la participación de personas migrantes y/o refugiadas en la creación de políticas públicas. Por eso, consideramos que uno de nuestros mayores logros como adolescentes migrantes fue el habernos permitido ser parte de la vocería y el desarrollo de un Proyecto de Ley para la prevención del acoso cibernético, a través de la Escuela Política Feminista de Quinta Ola.

Participar en espacios políticos, teniendo en cuenta las brechas tan problemáticas que afectan a las y los jóvenes, es complicado; no solo por las oportunidades sino también por los prejuicios y los límites que las diferencias culturales y socioeconómicas nos imponen, así como por las inseguridades que sugieren que “no pertenecemos allí”, que “no es nuestro país” y que “no deberíamos opinar sobre las leyes”, que incluso no están diseñadas para proteger a las y los extranjeros.

Es cierto que los prejuicios y las inseguridades pueden persistir, pero nuestra participación demuestra que tenemos tanto derecho como cualquier otro ciudadano a influir en el rumbo de este país porque los problemas sociales

también nos afectan, como adolescentes, como mujeres y como migrantes.

Al superar estos obstáculos y hacer oír nuestras voces, estamos contribuyendo no solo a nuestra comunidad migrante, sino a la sociedad en su conjunto. Nuestro papel, y el de muchas adolescentes y jóvenes extranjeras que han logrado entrar en estos ámbitos de activismo y lucha por nuestros derechos, es fundamental para la construcción de un Perú más inclusivo y justo para todas y todos.


📌 Este contenido se formuló y elaboró en el marco del programa Escuela Política Feminista, iniciativa desarrollada por Quinta Ola gracias al apoyo del Fondo Canadiense para Iniciativas Locales (FCIL) de la Embajada de Canadá.