Escrito por: Antuané, participante del programa Voces Activistas – Cusco
No dejemos que nos quiten un derecho más, la Educación Sexual Integral (ESI) es fundamental para una formación de actitudes y comportamientos responsables en torno a nuestros cuerpos y sexualidad.
Desde hace muchos años, se sigue considerando un tabú hablar sobre nuestros cuerpos, se mira como algo sucio, impuro, pero ¿realmente es así? En el Perú, abunda el conservadurismo, implementado principalmente por la religión. Esto conlleva a las familias a evitar hablar sobre nuestros cuerpos y sexualidad. Muchos de nosotros escuchamos y vivimos llamando por sobrenombres a diferentes partes de nuestros cuerpos, eso se convierte en una problemática, pues la desinformación nos puede llevar a situaciones donde nuestra integridad física sea vulnerada.
Según la UNESCO, el objetivo de la ESI es dotar a niños y niñas, y a los y las jóvenes, de conocimientos, habilidades, actitudes y valores que les empoderen para: ser conscientes de su salud, su bienestar y su dignidad; desarrollar relaciones sociales y sexuales respetuosas; valorar cómo sus elecciones afectan a su propio bienestar y al de los demás; y comprender y garantizar la protección de sus derechos durante toda su vida. En un informe del 2010 sobre educación sexual, el Relator Especial de la ONU sobre el derecho a la educación señaló que “la educación sexual debe ser considerada un derecho en sí mismo, obviamente asociado a otros tantos bajo el principio de la interdependencia e indivisibilidad de los derechos humanos”.
Comprender nuestros cuerpos mediante la ESI, contribuirá severamente a identificar casos de vulneración física
y sobre todo a poder hablar libremente sobre nuestros cuerpos.
Recientemente, movimientos como ‘con mis hijos no te metas’, han obstaculizado la implementación de ESI en el currículo nacional. Este movimiento conservador y arraigado a la religión, sustenta que son los padres los que deberían enseñar a sus hijos sobre sexualidad, pero ¿lo hacen?, ¿hay resultados? Según reporte de la Policía Nacional del Perú, se han registrado 222 mil 376 denuncias por violencia familiar y 7 mil 789 casos de violencia sexual en el año 2018; lo que significa, respectivamente, un incremento de 79,3% y 26,2% con relación al año 2012. En las regiones donde no se brinda ESI, se siguen incrementando los casos de violencia sexual hacia los niños, niños que prefieren quedarse callados debido a la desinformación y estigmatización de sus cuerpos. La sociedad peruana sigue estigmatizando el concepto de ESI, justificándose únicamente en que, si esta se implementa, ‘enseñará a los niños a tener relaciones sexuales’, sin que esta afirmación se sustente en ningún estudio serio. La educación sexual no debería incluir juicios de valor o perpetuar prejuicios y estereotipos.
La educación sexual en las escuelas es hoy más necesaria que nunca, ya que niños y niñas, en la mayoría de los casos, pueden obtener información, que de hecho la obtienen, a través de otros medios, en particular a través de Internet y de las redes sociales. Si bien estas fuentes de información pueden ser útiles y apropiadas, pueden transmitir igualmente una imagen distorsionada de la sexualidad y no aportar información sobre aquellos aspectos de la sexualidad relacionados con las emociones y los derechos. La formación e información sobre el uso de las tecnologías también tiene un papel importante a la hora de que los y las jóvenes accedan a cierto contenido. Según los datos recogidos por Save the Children para el estudio (Des)información sexual: pornografía y adolescencia, 54% de las personas encuestadas accedió por vez primera a la pornografía antes de los 12 años. La ESI ayudará a conocer y decidir sobre nuestros cuerpos dentro de una concepción de derecho y no de consumo de cuerpos mercantilizados.
En los, las y les niñes, es importante enseñarles los nombres adecuados de las partes del cuerpo, esencialmente de sus partes íntimas, esto ayudaría a reconocer y hablar sin tabúes dentro del entorno familiar o de su “círculo de confianza”, sobre situaciones de violencia que atentan a sus cuerpos. La ESI, precisamente, se encarga de esto, ayudar y enseñar a los niños, niñas y adolescentes a saber y entender sus cuerpos.
Dejemos de ver la ESI como sinónimo de ‘sexo’, y démosle la facultad de enseñar y conocernos a sí mismos. Comprender nuestros cuerpos mediante la ESI, contribuirá severamente a identificar casos de vulneración física y sobre todo a poder hablar libremente sobre nuestros cuerpos.