Esperanza y fortaleza en las comunidades desplazadas

Autora: Yadira Bazán, 19 años, estudiante de Literatura en la UNMSM y activista.

Recuerdo pasear una tarde de diciembre con unas amigas venezolanas que conocí en el programa “Voces Activistas”, hablando de lo que haríamos mañana y lo bonito del taller de ese día. Les consulté cómo iban a pasar su 25 de diciembre, ya que la navidad estaba a tan solo dos semanas. El ambiente se tornó melancólico al comentar que era un momento donde solían extrañar mucho la sonrisa de la abuela, la comida de casa, a sus primos corriendo, las tradiciones que solo se compartían en familia y que adquirían un tono triste con los preparativos de esas fechas festivas. Estaban lejos de su país, y debajo de aquellas bromas y miradas tranquilas mientras tomábamos el carro, logré ver espíritus resilientes y fuertes que vivían diariamente con esperanza y coraje.

Cada vez que una persona refugiada y migrante habla de su hogar, su país y de aquella vida dejada atrás, es imposible no prestarle atención.

Puede ser difícil de entender para aquellos que no hemos tenido que pasar por ese cambio abrupto de contexto, pero está en nosotros empatizar y apoyar su lucha. Da miedo vivir en un país que no conoces, huir de un entorno porque ya no es seguro para ti y buscar un hogar en un contexto dónde no sabes cómo te recibirán. A pesar de esto y que el porcentaje de poblaciones desplazadas se mantiene, muchas de estas personas refugiadas y migrantes han encontrado oportunidades, y la empatía y el compromiso han crecido para encontrar soluciones y mejorar la vida del refugiado en un país extranjero.

En el programa Chama Hermana de Quinta Ola, he sido testigo de las colectivas y comunidades que mujeres y jóvenes desplazadas y refugiadas han formado, trayendo esperanza y estabilidad a más personas que han pasado por esa situación. Convivir con ellas y aprender de sus experiencias, te hace comprender lo importante que es el apoyo a esta lucha.

Las comunidades desplazadas y refugiadas existen, y es tiempo de que las instituciones y organizaciones comiencen a aportar en su lucha y bienestar en el país en el que se encuentren.

También es una labor de los que ya vivimos aquí, la población en general y el país receptor, de ser solidarios y entender que son familias, seres queridos y personas con sentimientos, sueños y futuro. No existen fronteras cuando la vida humana está en juego. Un abrazo a las personas refugiadas y migrantes por seguir en la lucha, no están solxs.